El Uruguay, en la segunda mitad del siglo XX, fue testigo de una
proliferación de grupos amateur de flautas dulces. Un pionero que abrió
las puertas hacia la práctica de música de cámara con flauta dulce lo
constituyó el flautista Raúl Botella Methol. Este profesor introdujo al
Uruguay las primeras flautas de madera provenientes de tiendas alemanas,
suizas e inglesas. Generó una intensa labor de difusión de éste
instrumento por medio de clases particulares, destacándose su trabajo en
la escuela de música del Instituto Crandon de Montevideo. Su principal
aporte fue la creación de numerosos cuartetos de flauta dulce
manteniendo vivo éste interés por la música de cámara hasta principios
del siglo XXI cuando decide retirarse de la actividad docente.
Otros
flautistas, de manera concomitante, han desarrollado esta labor
llevando al interior del país la flauta dulce, conformando grupos de
práctica de música de cámara. Se destaca Santiago Bosco (hijo), Mariana
Berta, Ulises Ferretti. Gracias a esta tarea de difusión del instrumento
aparecen flatuistas destacados como Lucía Beltrame, Micaela Bordahandy y
José Rodríguez.
El estado uruguayo, por medio de las Escuelas de
Música de Primaria, ha mantenido cursos de flauta dulce. Si bien la idea
es buena los resultados no lo son. Son escasos los docentes
distribuidos a nivel nacional con una adecuada formación. Ésta situación
se agrava ya que el cuerpo inspectivo no posee formación en flauta
dulce. Hemos constatado a su vez la existencia de cursos privados y
estatales (conservatorios municipales y privados) con profesores que
dictan cursos de flauta dulce con escasísima formación. Estos elementos,
sumado a la desaparición física de algunos profesores, han ocasionado
una profunda desvalorización del instrumento, dado especialmente por la
continua presentación en público de recitales con conjuntos de flauta
dulce de bajísimo nivel.
La flauta dulce después de haber estado
guardada por casi docientos años en arcones y baúles en palacios y
casonas europeas, salió a la luz recuperando lugar entre los
instrumentos musicales siendo uno de los principales difusores de la
lamada música antigua.
En el Uruguay éste instrumento no se ha
rendido, cuando parece que todo está perdido reaparecen emprendimientos
particulares que intentan rescatarla. Podemos citar al grupo de flauta
de la Iglesia Alemana de Montevideo, el grupo de la Asociación de Flauta
Dulce del Uruguay (AFLADU) y la presente propuesta. No podemos dejar de
mencionar la tarea de difusión que realiza la flautista Lucía Beltrame
presentándose con el coro De Profundis y al grupo Bergerette que incluye
flautas dulces entre sus instrumentos.
Esperamos, con ésta
propuesta, mantener y aumentar el interés por la flauta dulce en futuros
flautistas, en aquellos que han dejado de practicar y en otros músicos y
grupos para incorporarla en sus propuestas musicales.
Raúl Botella Methol también dio clases de flauta en el Conservatorio María Angélica Piola, durante varios años. Gracias y saludos.
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